Todavía

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¡Te quiero tanto todavía...!
que no quisiera volver
sino para despedirme
y no olvidarte después.

Pero regresar... ¿Adónde?
¿A qué dirección perdida?
¿A qué telefono hueco?
¿A qué rincón de cenizas?

Entre el silencio y la espera
está la muerte sin sangre
de la fría indiferencia.

Porque ya no nos queremos
más que en el veneno agrio
de alguna noche sin sueño
o, en la huella de un ocaso
que se nos muere por dentro
o, en un momento de rábia
o, en un mal punto del juego
o, en soledad, como ahora.
Ya no nos queremos, pero
¡Te quiero tanto todavía!

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Cantos de Mayo

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Patio Andaluz (Puerto Real-2008)

! Que los verdes de Mayo amanezcan de nuevo
para aquél que comienza a cantar torpemente !.
! Que una mano se tienda, apretando la suya
y encuentre ese camino que soñó hacia el futuro !.
! Que iluminen sus pasos las Pléyades gloriosas
y ame igual que yo amaba y sea correspondido !.
! Brindemos por los mares que duermen y que callan
el secreto del tiempo enterrado en sus limos
y por los dulces besos que esconderá la noche
mientras algún poeta canta versos antiguos !.
Al fin se habrá cumplido el ciclo impenetrable
con que premian los dioses el llanto primitivo.
Después, dadme el veneno y acábese la farsa,
Apáguense las luces. ! verted, verted más vino !.

A conciencia

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Tu y yo y otros tantos- no muchos
pero más o menos los de siempre-
decidimos jugar a arreglar cosas
que ya se caen por propio peso
de los años o de los pesos pesados
que eligen transformarlas. Esas
cosas que un día como lo hacen
siempre, de pronto se aparecen.
y nosotros; tú, yo y otros tantos
entramos en el juego.
Y eso nos lleva años…
Luego, un día después de esos
años que no arreglamos nada
vemos que aquel camino
que empezamos a andar no era
más que el piso primero, el mismo
al que hemos acudido tercamente
a barnizar las siglas con la ronca
precisión de las palabras aprendidas
prendidas, car-dinadas cor-dinadas
fundidas remendadas sobadas
y sobradas del catecismo hostil
de la verdad-verdad que nos contaron.
Pero que aquellas cosas siguen
cayéndose de viejas y de rotas
después de que entre todos
transformando los muros
apuntalando techos arruinados
las dejamos tal cual están ahora:
ni erectas, ni seguras ni derruidas.
Y vamos a buscar aquel camino
que empezamos a andar y no era este.
Tu y yo y otros tantos – no muchos
ni pocos, más o menos los de siempre-
solemos tropezar con tantas cosas
que no tienen arreglo y que nos llaman
nos turban a conciencia la conciencia
y se quedan, a cambio, nuestro tiempo.