A luna abierta
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en voz baja
si fuera posible, digo, si el sonido
tuviera el don del tacto,
si pudiera agarrar, si con su forma
abrazara, diera calor, si la palabra,
ahora que estás dormida, te arropara
los sueños de música y ternura,
digo, y mi voz, sin despertarte,
forzara una sonrisa dulce y plácida,
si eso fuera posible, en el silencio
de la noche, cuanto escribo,
lo estaría recitando
hasta la madrugada de los tiempos
de todas nuestras vidas.
con pies desnudos
con el frío del invierno
al acostarme -tarde, como
sabes-, inicio el rito más que-
rido y solemne y raro
y necesario, que es disfrutar
del hecho de encontrarme
las sabanas, cerca de ti,
calientes y, por unos momentos,
en ese nido oscuro del cuar-
to en sombras, con los ojos abiertos,
notar que no estoy solo, sino
contigo, entonces, con la cer-
teza plena de que me perte-
neces, tocar tus pies desnudos,
y ver que me contestas
en tu sueño profundo y, en-
tonces, saber que el mundo gira
solo para los dos, mientras me duermo.
señal de alerta
uno no sabe bien donde conduce
esa señal de alerta, que interrumpe
la pluma cuando, quieta,
extrañamente silenciosa, abre
en medio de la noche
un puente hacia el vacío,
y se queda mirando las palabras
del idioma desnudo,
sin poder elegir ninguna de ellas,
por miedo a renunciar a lo concreto,
al rumor conocido, a lo posible
y adentrarse en la selva de lo ignoto;
tiembla en la mano, como si en el gesto
de rasgar el papel, rasgara carne,
y su gota de tinta enrojeciese,
impregnando el papel con los borrones
de un oscuro presagio:
es el miedo a escribir con las entrañas;
el pudor a expresar lo que ha dolido.
Poemas recitados en la sesión inaugural del Ateneo Literario de Puerto Real 2018