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Tu y yo y otros tantos- no muchos
pero más o menos los de siempre-
decidimos jugar a arreglar cosas
que ya se caen por propio peso
de los años o de los pesos pesados
que eligen transformarlas. Esas
cosas que un día como lo hacen
siempre, de pronto se aparecen.
y nosotros; tú, yo y otros tantos
entramos en el juego.
Y eso nos lleva años…
Luego, un día después de esos
años que no arreglamos nada
vemos que aquel camino
que empezamos a andar no era
más que el piso primero, el mismo
al que hemos acudido tercamente
a barnizar las siglas con la ronca
precisión de las palabras aprendidas
prendidas, car-dinadas cor-dinadas
fundidas remendadas sobadas
y sobradas del catecismo hostil
de la verdad-verdad que nos contaron.
Pero que aquellas cosas siguen
cayéndose de viejas y de rotas
después de que entre todos
transformando los muros
apuntalando techos arruinados
las dejamos tal cual están ahora:
ni erectas, ni seguras ni derruidas.
Y vamos a buscar aquel camino
que empezamos a andar y no era este.
Tu y yo y otros tantos – no muchos
ni pocos, más o menos los de siempre-
solemos tropezar con tantas cosas
que no tienen arreglo y que nos llaman
nos turban a conciencia la conciencia
y se quedan, a cambio, nuestro tiempo.