
Pero aunque no es probable
un encuentro promulgado
por las leyes insensatas del azar
y nadie te ha de dar las referencias.
Y en el caso, nuevamente improbable,
de que cumplas un tiempo sin poemas
y vengas a leerme
igual que el elefante vuelve al charco
donde bebió una vez.
Suponiendo (y es mucho suponer)
que algo de afecto
te mantenga pendiente
de huellas, fechas/fichas
con que encajar en hueco
teselas de mi foto.
O, porqué no, que te encuentres
proclive a los extraños:
al des-catalogado, al intangible
al tácito, al enólogo de los dos pies izquierdos
(veo que sonríes), al que le dijo "azul"
al cielo encapotado.
Y puesto que ni el Google
ni otros buscadores menos inteligentes sabrán nada,
he preparado un verso
de mi base de datos más secreta
para que reconozcas,
un día de Abril que llueva
y haga un poco de frío para los peces
y salga de una puerta mucho humo
y un señor con ceniza
en la barba y el pelo y una sonrisa inútil,
a aquel ídolo gris con pies de barro
que nos dio tanta guerra.