Calma chicha
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Se ha vestido la tarde en la Bahía
de una quietud extraña.
Gaviotas suspendidas
se mecen en la brisa sosegada.
Arrebolado el sol, redondo y gordo
se recuesta en el agua
sembrando con su oro
de escamas de marfil la mar rizada.
En el árbol, los pájaros se asombran
callados en sus ramas
y un suspiro de hojas
pone fin al siseo de la chicharra.
Mi perra y yo también nos detenemos
envueltos por la calma
como si el mundo entero,
mágicamente, de girar cesara.
posted by manolotel | 11:59 p. m.
3 Comments:
Esas tardes de la Bahía tienen algo mágico, siempre estáticas y siempre cambiantes. Cada momento es diferente al anterior porque la luz siempre es diferente según suban o bajen las mareas, o sople el viento, o pasen según qué aves migratorias, o el sol se ponga más hacia allá o hacia acá...
Precioso poema, Manolotel, sobre todo para los que conocemos esas tardes de la Bahía.
Muchas gracias, Pilar. Me daba no se qué, ver este poema, supongo que con un tenma algo manido, sin comentarios. No por su originalidad sino porque aunque suene a cosa fácil, la fórmula fue bastante laboriosa.
Es cierto que es un paisaje muy cambiante. Hace unos días por primera vez en muchos años, se podía pasear por gran parte de la Bahía, merced a una marea excepcional propiciada por la máxima proximidad de la Luna.
Un beso gordo.
Gracias a ti por la bienvenida. Nunca es tarde, me digo todos los días. Espero que sigas en esa calma hermosa, allí con tu perra donde todo girar se detiene.
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