Preposiciones indecentes

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Sin reparo, mi lengua cabalgaba
a través de tu espalda lujuriosa
ante dunas suavísimas, posando
sobre oasis, mador y ámbar sagrado.

Hacia tu cordillera, resbalaba
desde su nacimiento cabe el pelo,
por la sedosa nuca enmarañada,
hasta el profundo cauce que se abre
entre columnas, cual divino templo,
tras salvar, del jardín, su enredadera.

Con cada trémulo roce percibía
bajo labios y piel temblores húmedos,
según la savia original, pujando
para alcanzar el cenit, se elevaba
contra la luna llena que es tu cuerpo.

So pretexto que igual temblor sentíamos,
en los dos, un tsunami fue creciendo