Diarios de Barral
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Porque bajé a la distancia
amarga y honda de su extraña
coincidencia vital, a la fibrosa
capacidad de hurgar de su palabra
y con él registré monstruos y playas
donde solo habitaban raros dioses.
Porque bajé con él al desamparo
que el desgaste del hueso certifica,
a la incalificable muerte del amigo
cercana, lenta, mellándole los dientes,
arrimándose más a sus pulmones.
Porque bajé sin red, hasta el extremo
de robar en su tren de mercancías
las citas en latín, su diccionario
de términos navales, sus retratos
de mina y piel, sus extravíos.
Porque bajé. Me hundí. Contribuyente,
de su triunfo parcial, mi papeleta
y también, como él, insomne, armando
el hilo natural de la experiencia
en política res monté cansado
Porque bajé a su altar
y descubrí su fin, fui casi él
acabando sus versos empezados;
rellenando los puntos suspensivos,
iniciales , cursivas abreviadas.
Amando a “Y.” y a “J. G. de B.” y a “G. Hortelano.”
Porque te fui también, hasta en el nombre,
te tengo que olvidar, Barral, huido,
para subir a mí. Seguir viviendo.
16 Comments:
Hermoso y bien afinado homenaje a Don Carlos Barral y, de paso, a otros poetas tan próximos como él en actitud y palabra. Me gusta ese final de "reafirmación" frente a la persona (el vate) admirada; el reconocimiento de su magisterio y la necesidad de trazar también los propios caminos. Una vez más, un excelente poema.
Un abrazo.
Poetas como Barral dejan siempre huella, yo también bajé con él y de su mano descubrí paisajes irrevocables e irreversibles.
Un abrazote, Manolo.
Marian
Menos conocida quizás su faceta de poeta, por la que son recordados muchos otros de su círculo de amigos, que por la de editor, tiene sin embargo la obra de Barral una complejidad muy importate, por lo que requiere de una lectura pausada y un buen conocimiento de las referencias culturales del momento.
Sus Diarios proporcionan dichas referencias, además de resaltar la calidad humana del personaje, inmerso en dudas casi desde la primera página. Incluso cuando toma la senda de la actividad política.
Los Diarios que leí varios años atrás, me inspiraron, entonces, unos cuantos versos que solo he tenido que completar a la luz de una nueva relectura de aquel libro.
Imagino que en el poema habrá quedado reflejado, sobre todo, mi impresión de aquella primera lectura.
Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Es verdad, Marian, que en el estilo muchos de tus poemas se percibe ese gusto por la precisión conceptual, supongo que reminiscencia de tus lecturas de Barral y supongo también del ámbito cultural catalán. Evidentemente en tu caso hay otras referencias más actuales que influyen en la construcción de tu poesía, distante y distinta a la de aquella generación.
Siempre un gusto reconocer tu firma en este humilde blog.
Un beso, amiga.
No conozco la poesía de Barral pero si ha hecho ese efecto en ti, tendremos que enmendar el desconocimiento.
Un abrazo
Supongo que si te ha gustado este poema, los de Carlos Barral, el poeta que lo inspiró, te gustarán mucho más.
Gracias por pasar y comentar, estimada Alma.
Un preciosidad de poema, sentimiento en estado puro. Un abrazo.
http://senderosintrincados.blogspot.com
A los que somos aficionados a la poesía, la lectura de buenos poemas nos incita a escribir sobre lo que hemos interiorizado, bien sea el estilo o las sensaciones etc.
En ocasiones, el resultado es aceptable literatura y otras (las más), simple y llanamente frustración. Tu comentario junto con los precedentes, me lleva a la ilusión de que aunque no estemos en el primer caso, al menos para mi, ya no es un intento frustrado.
Es muy agradable sentir ese estimulo. Gracias, Isabel.
Un besote.
En verdad emotivo y magnífico lo que has escrito.
Un abrazo
Gracias Virgi. Me alegro de que te haya gustado. Por lo que te he leido (vengo de tu blog), tú también pones el corazón en lo que escribes.
Es una buena forma de entender la poesía.
Un besote.
Un prodigio de inmersión poética para luego subir a ti.
Esta manera de entrar en alguien creo que exige una capacidad de síntesis memorable para no deslizarse por el terreno de lo endeble (fácil y poco peleón).
Tus tres últimos versos merecen una significación especial por esa subida que acarrea ese arrastre de seguir viviendo.
Pero hay un adjetivo al que estoy enhebrada: fibrosa.
Besos.
Como siempre, admirada Sofía, tu comentario generoso, me ayuda en esta tarea de avanzar en esta realidad literaria, menos virtual por eso.
Tienes razón en cuanto a los tres últimos versos, que como ves, a diferencia de los anteriores, están escritos en segunda persona para acentuar la diferencia entre la perspectiva del poeta y la de la persona.
Por último, quiero confesar que palabras como la que citas: "fibrosa", surgen dentro del poema casi sin ser yo demasiado consciente de ello. Procuro dejarme llevar porque si no fuera así, en lugar de poema sería un tratado de lógica y no es lo que pretendo.
Un beso... y una perla y una pluma y una flor, que diría Dario (más o menos)
Leí con avidez, hace algún tiempo, los diarios de Barral y desde ellos mordisqueé en sus poemas, deteniéndome en algunas claves de «Metropolitano», quizás porque el poeta daba muchos detalles de interés sobre los retos asumidos, intensas descripciones del campo de batalla (discutidas además con sus afines, Jaime G. de B. sobre todo, creo recordar, acaso también el ahora recuperado Oliart). Leí igualmente los poemas para Malcolm, el nieto y en cierto modo continuador en la travesía editorial; también su traducción de los «Sonetos a Orfeo», y alguna cosa más. No guardo un recuerdo nítido de aquellas lecturas. Tu poema me anima a volver sobre los pasos andados (sé, además, que hice anotaciones y por algún lado estarán). Pero la imagen que tus palabras me han traído a la memoria con mayor (y caprichosa) precisión es la de la única vez que vi al poeta de cerca, en un acto de la Galería Moriarty de Madrid, quizás hacia el 84 o 85 (él todavía era por entonces, creo, senador por el PSOE y viajaba a Madrid con frecuencia). Su estampa era en verdad impresionante: alto, delgado, brumoso, apoyado sobre un firme y afilado bastón con el que disimulaba ciertos titubeos orgánicos (acaso en aquel preciso momento potenciados por una gestualidad algo ampulosa, puede que de origen espiritoso). Recuerdo la nobleza de su rostro tan bien perfilado y la impresión que me produjo, sin duda contaminada por su leyenda, pero abolutamente real: un mascarón de proa en medio de una dura galerna, con los surcos expresivos bien tallados y dejando traslucir todo el peso y la fuerza de una vida vivida intensamente. Como tú comentas, la labor editorial de Barral es una página imprescindible de la difusión cultural en los años del tardofranquismo y la transiçao. Quizás sobre el poeta, y el memorialista, sea ya hora de que vayan amainando la aguas turbias del olvido póstumo, y puede que sus libros no tarden en recuperar un lugar más visible en las estanterías y, sobre todo, entre los nuevos lectores. En fin, amigo, que esta «barraliana» me ha puesto melancólico y ha desatado mi veta cebolleta de animoso contador de batallitas, tal vez más apropiadas para una tertulia de café que para un comentario de blog. Pero una de las gracias de estas endemoniadas nuevas tecnologías es que también impulsan cierta ilusión de "bar virtual" (al estilo de aquellos foros de poesía.com). Disculpa la galopada verbosa, pero ha salido así y sé que tu amabilidad se hará cargo (ni que decir tiene que las consumiciones corren de mi cuenta...). Una vez más ha sido muy grato pasarme por tu guarida. Un abrazo, amigo.
No diré nada que enturbie la atmósfera bohemia en este tema. Sólo disfruto, evoco y callo desde mi rincón, mientras alfredo paga la ronda.
¡Qué lujo!
Vaya, se me habían pasado estos últimos comentarios. En esto los foros funcionan mejor.
Querido amigo, yo también tuve la oportunidad de intercambiar un par de frases de saludo con Barral, pero lo suficiente para apreciar esa dignidad y ese porte de viejo lobo de mar al que haces referencia.
Yo creo que efectivamente la labor editorial fue fundamental en un periodo histórico en que era necesaria una ventana abierta a las vanguardias, pero también para recuperar otras literaturas olvidadas.
En los diarios sin embargo, solo hay algunas referencias esporádicas a dicha labor. Sobre todo a los esfuerzos por sacar adelante el negocio.
A mi particularmente, salvando la parte de búsqueda de un lenguaje poético (recuperando incluso vocabulario marinero), los capitulos que más me llamaron la atención fueron los dedicados a la maravillosa relación conyugal, con Y. arreglando sus despistes y su alto concepto de la amistad (aquel primer Maragall) que le llevó a meterse en una campaña electoral en la que destacó la ilusión que supuso para él el contacto con la gente. Por último me parecen impresionantes los apuntes sobre la truncada relación y el desarrollo de la enfermedad de su amigo Gil de Biedma, que el poeta vivió en primera persona.
Precisamente, frente a la poesía de este último, más efectista y popular, la de Carlos Barral es más rica conceptualmente y quizás por eso la emoción es más sutil y la estética menos popular.
Ya sé que no es un análisis muy denso que se diga, pero tampoco el espacio da para mucho más que estas batallitas de lector cebolleta (aunque tampoco conseguí librarme del todo de aquellas otras batallas que la transición nos deparó) y por cierto me encanta poder compartir amistad y conocimiento en estas charletas de bar sin pretensiones.
Un abrazo muy fuerte Alfredo.
Amiga Luisa, no un rincón, puedes disponer del espacio que quieras. Ya lo sabes.
La ronda, que siempre es la penúltima, está pagada ya pero estoy dispuesto a acabar con las existencias de este bar virtual mientras siga teniendo la compañía de vosotros, mis amigos de siempre y también los aportes de estos nuevos y queridos amigos y amigas de los blogs.
Un besote grande.
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