Extraño en mi paraiso
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Cuando necesito serenarme leo a Manolotel.
Voy a su blog y elijo cualquier página al azar.
Su voz no es agresiva, raramente exaltada.
Su adjetivo es paciente pero nunca imparcial.
Juega con los sonidos para hacer sus metáforas
que siempre son sensibles a la sombra y la paz.
Pero también se deja llevar por la fragancia
de una leve sonrisa que huele a libertad.
No duele ni se queja, pero tiene detalles
de una cierta nostalgia, de una rara amistad
y la sencilla claridad de lo corriente.
Yo le dejo creer que lo que dice
pudiera ser verdad.
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