Y estos los últimos versos que ya jamás escribo
Me gustó conoceros, versos de la memoria;
bastardos hijos míos que he criado
en ese bosque oscuro, en ese nido alto,
en esa cueva de gárgolas y gnomos
que abría cada noche; en esta casa
que os vio crecer de amigos y de afectos.
Lejos de mi voláis, solo distingo
vuestra sombra fugaz en otros mares,
y otros vientos susurran la voz vuestra,
libres por fin de mí. Y os quise tanto…
Queda un poco de tinta, mancha breve,
con que siento jamás lo que ahora escribo.
Pero esto no es un verso ni un adiós.
También la voz se olvida.
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