De los caminos andados

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martes, febrero 14, 2012

La semana

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Es lunes. Es gris. Se ha hecho tan largo el día
que apenas queda tiempo para el puro cansancio
que lastra y entorpece. Estorban los sentidos
y el sueño no responde. Hay demasiada luz
y no puedo pensar. Pero en ese momento:
Apareces, apagas y te marchas.
Tu voz, tu abrazo tienen el don de liberarme
de todo el peso muerto acumulado.

Es martes. La batalla se libra en mi guarida.
Los demonios del alma se rebelan.
Solo se me apetece el daño. Lo hago y me lo hago.
La tinta sale negra y por la boca
hay larvas venenosas. Pero entonces
Apareces, apagas y te marchas.
No hay demonio que aguante tu ternura.
Se ahoga la ira en el río de tu sonrisa.

Es miércoles. Ya es miércoles y el mundo
es la manzana que nos debe Eva. La madre
naturaleza pide el mordisco pulposo de la carne.
Todo tiende hacia ti. La lengua de la llama
hace un puente al vacío. En ese instante
Apareces, apagas y te marchas.
Con el mar de tu cuerpo sofocaste el incendio
¡ Cuanto amor en tus aguas poderosas!

Es Jueves. No hay defensa que aplaque la Rutina
oculta en caladeros de distancia. Porque Ella
es paciente. Insensible. Y te devora
con su pijama a rayas, con su horario de acera.
Sin atascos. Directo al “nunca” y “siempre”. Pero en esas:
Apareces, apagas y te marchas.
Tú me haces diferente cuando cambias el paso.
Si discrepas me arropas de una nueva materia.

Es viernes. Los viernes no son gratos si se aprietan
los minutos en planes que no se van cumpliendo.
En las compras pospuestas mientras que se hace tarde.
En afanes, desvelos, esperanzas pendientes
que acechan y complican. Es justo entonces cuando:
Apareces, apagas y te marchas
Hay más paz en tu pelo que vísperas de fiesta.
Más futuro en tu mano que mañanas y sombras.

Es sábado. Se deshace la luz del mediodía
con un recuerdo triste desleído en aceite.
La nube borda noche al cristal de las gafas.
Hay un arroyo lento y un latido que duele.
Necesito ese sol como dedos calientes. Y de pronto:
Apareces, enciendes y te marchas.
Se hace la luz de nuevo en mi mirada
si emerjo en el remanso tranquilo de tus ojos.

Es domingo. Yo sé cuando es domingo:
Estás, me apagas, me besas y me enciendes.
Ya nunca más te marchas.

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