Sobre L. M. Panero
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Leopoldo no contesta, pero contesta a veces a otra cosa.
A otra pregunta vieja sin respuesta.
Su memoria alcanza lo preciso para entender que es suyo
un verso, alguna frase escrita, ciertas intimidades.
Que es suya la palabra, el mensaje confuso ( como todas las cosas).
Por eso es natural que todo esté tan claro: “Así lo veo…”
Y acaba su monólogo,
al comprender de pronto que ya lo ha dicho todo,
con un murmullo oscuro como una muerte lenta, puramente sonido.
Habla de Chomski para explicar a Dios y la teoría booleana.
Es su fe metafísica del Universo quieto.
Materia- Antimateria, Amor-Odio, Mundo- Paraíso…
Ceros y unos en caprichosas formas
como copos de hielo que tejiera Penélope
en rara lucidez combinatoria.
Dice ser otro loco entre cuerdos con cuerdas
No trata de explicarlo puesto que es evidente con solo contemplarle
aferrado a sí mismo, naufrago de su océano.
Pero es de todos ya y él lo sospecha,
por eso rompe amarras con silencios cortantes
como roncos chirridos. Y, mientras pasa el tiempo,
enciende un cigarrillo, le da algunas chupadas
y piensa en esa garra que sale de la tumba…
A otra pregunta vieja sin respuesta.
Su memoria alcanza lo preciso para entender que es suyo
un verso, alguna frase escrita, ciertas intimidades.
Que es suya la palabra, el mensaje confuso ( como todas las cosas).
Por eso es natural que todo esté tan claro: “Así lo veo…”
Y acaba su monólogo,
al comprender de pronto que ya lo ha dicho todo,
con un murmullo oscuro como una muerte lenta, puramente sonido.
Habla de Chomski para explicar a Dios y la teoría booleana.
Es su fe metafísica del Universo quieto.
Materia- Antimateria, Amor-Odio, Mundo- Paraíso…
Ceros y unos en caprichosas formas
como copos de hielo que tejiera Penélope
en rara lucidez combinatoria.
Dice ser otro loco entre cuerdos con cuerdas
No trata de explicarlo puesto que es evidente con solo contemplarle
aferrado a sí mismo, naufrago de su océano.
Pero es de todos ya y él lo sospecha,
por eso rompe amarras con silencios cortantes
como roncos chirridos. Y, mientras pasa el tiempo,
enciende un cigarrillo, le da algunas chupadas
y piensa en esa garra que sale de la tumba…
.
.
*La foto está tomada de una pagina de El Mundo